De varios países de América del Sur, el término preincaico o preínca designa a las realidades históricas que existieron en un territorio determinado antes de la anexión del mismo al Tahuantinsuyo (el Imperio inca). Se extendió por gran parte de la Cordillera de los Andes por un breve periodo entre 1438 y 1532, fecha de la Conquista del Perú por los invasores españoles.
Algunas culturas pirenaicas fueron parte del proceso cultural del cual nació el estado incaico, en el seno de la tradición peruana; otras, en cambio, tuvieron solo contactos esporádicos o breve influencia de o sobre las culturas del Antiguo Perú.
Las investigaciones arqueológicas precolombinas sobre América designan a Mesoamérica y los Andes centrales, como los núcleos que generaron los procesos culturales más complejos. Aquí la ciudad y el estado son las expresiones culturales y políticas más logradas de su evolución.En ambas áreas, en los primeros cinco siglos de nuestra era, la
ciudad y el estado se manifestaron prístinamente,
como producto de largos procesos autónomos
de experimentación y descubrimiento.
ciudad y el estado se manifestaron prístinamente,
como producto de largos procesos autónomos
de experimentación y descubrimiento.
Al momento de la expansión de los incas, los pueblos de América del Sur presentaban niveles de complejidad social distintos y su desarrollo histórico no fue parejo ni homogéneo. Las civilizaciones más antiguas de Sudamérica surgieron en la costa central del Perú hacia el IV o III milenio a. C. y fue extendiéndose a lo largo de más de cuatro milenios de historia; tras suscitarse nuevas tradiciones culturales hacia el siglo II a. C., éstas se extendieron primero al Altiplano y luego fueron extendiéndose hasta latitudes como el noroeste argentino, donde las primeras sociedades complejas aparecen en el siglo XIII. Otros pueblos conquistados por el ejército incaico fuera de la co-tradición andina se organizaban en señoríos étnicos o jefaturas independientes sin ningún aparato estatal de por medio. En la costa de Ecuador surgen las primeras jefaturas hacia el IV milenio a. C., entretanto los pueblos del Chile central entrarán a la revolución agrícola recién en el II milenio de nuestra era. En las restantes regiones del subcontinente, como es el caso de la Amazonia, el Chaco y las Pampas, las sociedades no habrían alcanzado complejidad mayor a la tribal.
La cultura chavín fue una civilización preincaica que se desarrolló durante el Horizonte Temprano y tuvo su centro de desarrollo en Chavín de Huántar que está ubicado entre los ríos Mosna y Huachecsa,1 2 en el actual departamento de Áncash. Tradicionalmente, el desarrollo histórico de Chavín se considera como un “horizonte cultural” debido a sus influencias artísticas y religiosas presentes en otras culturas contemporáneas a ella. Gran parte de aquel desarrollo histórico corresponde al Periodo Formativo específicamente al Formativo Medio y al Formativo Superior que tiene como características la intensificación del culto religioso, la aparición de la cerámica estrechamente relacionada a los centros ceremoniales, la intensificación del cultivo del maíz y la papa, el perfeccionamiento de las técnicas agrícolas y el desarrollo de la metalurgia y la textilería.
Escultura
El lanzón monolítico
El lanzón monolítico (que representa a un dios con el rostro fiero o según John Rowe al 'Dios Sonriente') es una escultura de 5 m de altura que está clavado en medio de un espacio reducido de forma cuadrangular, dentro de un crucero que está debajo de la tierra, en la parte céntrica del Templo Antiguo del complejo arqueológico de Chavín de Huántar. Fue bautizado como el «lanzón» por su forma de punta de proyectil gigantesca, aunque esta denominación es errónea, pues en realidad se trata de un huanca (wanka en quechua) o piedra sagrada, de primordial importancia en el culto religioso. La razón de su peculiar forma es todavía materia de discusión; posiblemente fue tallado para simular la forma de un colmillo. En su superficie está labrada la imagen de un dios con rasgos antropomorfos y zoomorfos (entre estos últimos destacan los cabellos y cejas en forma de serpientes, la boca con dos grandes colmillos y las manos con garras felinas). El ser antropomorfo representado lleva la mano derecha alzada y la izquierda apoyada en el muslo. Posiblemente era la principal divinidad del Templo Viejo de Chavín de Huántar y al parecer es similar al dios representado en la estela Raimondi (su principal diferencia con ésta es que no lleva báculos).
El obelisco Tello
El obelisco Tello (en cuya superficie se halla labrada la representación de dos deidades míticas, o en todo caso, un dios doble) es una escultura lítica de forma de prisma, de 2,52 m, esculpido en las cuatro caras. Representa a una divinidad compleja, existiendo diversas interpretaciones sobre su naturaleza: una «doble divinidad» o dios hermafrodita con cabeza de felino (Tello); la unión de dos caimanes (Rowe); o un dios ave con boca de felino o «felino volador», desdoblado lateralmente (Kauffmann). En toda su superficie se representan multitud de otros elementos: hombres, aves, serpientes, felinos y plantas (calabaza, ají, maní, yuca, etc.). La fama del obelisco Tello es atribuible a la riqueza iconográfica chavín que contiene; se trata de la figura iconográfica más compleja de los objetos chavines. Como ya señalamos, el arte chavín es básicamente naturalista, y los temas principales son los seres humanos, aves, serpientes, felinos, otros animales, plantas y conchas. Formas idealizadas de estos elementos están cubiertas con abundantes elementos más pequeños, a menudo como sustitución metafórica, en algunas secciones del cuerpo representado en el obelisco Tello.
La estela Raimondi
La estela Raimondi (que representa a un dios con dos báculos en las manos) es un monolito de granito pulido de 1,98 m de lado por 0,74 m de ancho, tallado en solo una de sus caras. Representa a un dios con rasgos felínicos con los brazos extendidos sosteniendo en cada mano una vara o báculo. Similar representación aparece también en otras esculturas de culturas andinas posteriores, como la Tiahuanaco y Huari, al cual se conoce como Viracocha, la «Divinidad de los dos báculos» o «Dios de las varas».Este monolito recibe su nombre como homenaje al naturalista italiano Antonio Raimondi (1824-1890), quien impulsó su traslado a Lima para su estudio y conservación (1874). Fue exhibida en el antiguo Parque de la Exposición. Se salvó del pillaje de las tropas de ocupación chilenas en 1881, al caerse al suelo mostrando solo su parte posterior, que es lisa, por lo que los saqueadores pensaron que se trataba de una simple losa de piedra sin ningún valor. Es por esta fortuita ocurrencia que el Perú pudo conservar esta valiosísima pieza escultórica. Actualmente se conserva en el patio del Museo Nacional de Arqueología Antropología e Historia del Perú.
Cabezas clavas
Las cabezas clavas son bultos escultóricos que representan a cabezas de deidades, hechas en diferentes tamaños. Todas cuentan con una estructura alargada en su parte posterior, con la que eran insertadas en los muros del templo principal o castillo de Chavín. En unos casos presentan rasgos antropomorfos y en otros zoomorfos (felino y ave de rapiña), o bien una combinación de ambos, al estilo de la figura del lanzón monolítico.
Sobre su función, algunos investigadores afirman que hacían el papel de fieros guardianes de los templos, o posiblemente ahuyentaban a los malos espíritus. Según Tello, representan cabezas trofeos de sus enemigos, costumbre muy arraigada en las zonas selváticas, lo que encajaba en su tesis del origen selvático de la cultura chavín. Otros estudiosos piensan que podrían ser retratos de los sacerdotes chavines (en el marco de rituales religiosos en donde se usaban sustancias alucinógenas, cuyos efectos en los rostros de los sacerdotes estaría retratado alegóricamente en cada cabeza clava, a manera de secuencia).
El obelisco Tello representaba los ciclos de la naturaleza y al jaguar, era hermafrodita, es decir, que tenía dos sexos. Esta es la representación más complicada de la escultura Chavín.
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